
Una vez más, Ariel Ortega se puso el traje de héroe y salvó a River y a Néstor Gorosito. Cuando más se lo necesitaba, enfundado con la 10 y la cinta que le cedió Marcelo Gallardo cuando se fue reemplazado, el ídolo habilitó con un pase exquisito a Daniel Villalva para el 3-3 y, cuando el partido se moría, clavó un golazo de ésos que nos tiene acostumbrados para el 4-3 final, sufrido y festejado, en el Monumental.
Porque el Millonario había demostrado errores suficientes en defensa como para quedarse con una derrota dolorosa frente a Chacarita, pero el amor propio y la vergüenza hicieron que el equipo se despertara, de una vez por todas, y amarre los primeros tres puntos en el Torneo Apertura.
El calor de la tarde se confundió con el que puso el hincha de River, siempre presente. El encuentro deambuló en varios estados: alegría por el gol de Diego Buonanotte; sorpresa por el empate de Alustiza; alivio por el cabezazo de Cabral; resignación por el penal; enojo por el 2-3; desahogo por el 3-3 del Keko y euforia total con la magnífica definición del Burro.
Pero que esta victoria no confunda: River debe mejorar mucho y la última línea tiene que estar más atenta y despierta, errores como los que sucedieron con Cabral y Coronel no pueden volver a pasar. Es probable que Vega pierda el puesto en el partido que viene y lo más importante es que hay que encontrar al 9. De los cuatro gritos, ninguno de goleador y falta esa referencia en el área.
Por estas horas, el motivo para sonreír es la magia de Ortega, el ídolo que siempre está volviendo y que siempre sorprende y emociona. Su imagen ofrendando la camiseta después del gol es la postal de este domingo caliente y ojalá que sea el puntapié inicial para la despegada total. Con el Burrito todo es posible.